Me pasé la semana anterior investigando sobre temas que me hubiera gustado compartir con ustedes en este espacio, pero todo se fue al traste porque desde hace tres días estoy postrada por una gripa espantosa.
En casa nadie lo podía creer, hacía muchísimo tiempo que no me enfermaba, y es cierto, pareciera que las mamás gozan de algún súper poder y rara vez se enferman. Me puse a pensar y a hacer memoria y casi no recuerdo haber visto a mi mamá enferma cuando era pequeña. O si se enfermaba seguía siendo muy activa y nos contestaba: "el mundo no puede parar por una simple gripa".
Es verdad, pero también es muy cierto que no por ser mamás se nos debe exigir estar sanas porque ni siquiera es algo que podemos controlar. El ambiente está lleno de virus de gripa y nos preocupamos por darle a nuestros hijos (o al menos en mi caso) suplementos vitamínicos, pero a nosotras no, al contrario, nuestros cuerpos reflejan cansancio y agotamiento y todavía les exigimos más.
Y nada es más un aviso de que necesitas un descanso que esa sensación de cuerpo cortado que experimentas durante toda la gripa: te sientes agotada, casi no puedes pensar con claridad y lo único que anhelas es una cobija y una almohada.
Para mí en esta ocasión fue muy obvio, he pasado por varias semanas de estrés laboral y problemas financieros. El estrés, dentro de todo lo negativo que acarrea, también reduce las defensas del cuerpo y estamos más propensos a enfermarnos. Las últimas semanas en la Ciudad de México, que es donde vivo, sucedieron cambios de temperatura loquísimos: un mismo día hace mucho frío, calor y luego llueve. No pude más y sucumbí, y no fui la única, sé de varios compañeros del trabajo o amigos que también están enfermos.
Cuando mamá se enferma es una buena oportunidad para que los hijos y demás miembros de la familia apoyen, es quizá cuando más se les necesita. Mis hijas fueron encantadoras, me ayudaron a recoger, a que la casa se mantuviera medianamente limpia, lavaron platos (un poco mal, pero se agradece el intento), se ayudaron la una a la otra a la hora de vestirse, comer, resolver algunos problemas. También mi esposo y mi mamá me ayudaron a despreocuparme un poco y poder descansar, que es una de las principales recomendaciones cuando te enfermas: reposar. Asimismo, los medicamentos para combatir el resfriado te producen sueño, así que lo mejor es dormir. El fin de semana aprovechamos para recostarnos y ver películas, mi gripa fue un pretexto para otro tipo de convivencia, una más tranquila.
Espero para la próxima ocasión estar al cien por ciento y poder escribirles de otros temas, ustedes pueden contarme cómo les ha ido con estos climas o qué es lo que hacen cuando se enferman y están acostumbrados a un ritmo de vida imparable. Por lo pronto yo les mando un muy griposo abrazo a todos nuestros lectores.