No puedo referirles sobre el temblor de 1985 porque yo no había nacido, pero antes la gente hablaba de él como lo más terrible que había sucedido en la ciudad. Las personas mayores que vivieron ambos temblores comentan que este último fue más feo, se sintió peor y aunque no hubo tantos daños materiales, sí se cayeron varios edificios y muchas personas perdieron a sus seres queridos o su hogar.
Como los habitantes de la ciudad lo sabemos y también muchas personas de fuera, la Ciudad de México se ubica en una zona de alto riesgo sísmico y se ve más afectada porque antes el territorio era un lago que se secó, así que la tierra no es del todo firme. Tan sólo el último fin de semana hubieron dos temblores considerables (el primero fuerte el pasado viernes 16 de febrero y el segundo iniciando la madrugada del lunes, que fue más bien una réplica). Los sismos son fenómenos impredecibles e incontrolables y tras lo sucedido hace apenas cinco meses, muchas personas siguen muy afectadas anímica y psicológicamente.
Una de las cosas más importantes es que no debemos perder la calma; es difícil, pero si un adulto se pone nervioso, histérico y empieza a gritar y a correr, va a contagiar todos esos sentimientos a los niños, a quienes les cuesta más trabajo controlar sus emociones.
El 19 de septiembre pasado mis hijas estaban en la escuela, pues el temblor fue pasada la una de la tarde. Ellas van a una escuela pequeña, a lo mucho habrá 150 niños, pero es una guardería y kínder, así que hay bebés de días de nacidos hasta niños de seis años. Las maestras en todo momento mantuvieron la tranquilidad, mi hija mayor, cuyo salón está en el segundo piso, nos contó que las maestras les dieron la mano a lo largo de todas las escaleras a los pequeñitos para que pudieran bajar, porque en verdad que no podías ni caminar de lo mucho que se movía el suelo. Varias maestras tienen hijos adolescentes y no tuvieron noticias de ellos durante toda la tarde, pero ninguna perdió el control y se quedaron con los pequeños hasta que el último se fue a casa con su familia. Así debemos reaccionar.
Apenas hace un par de días, como les comenté, hubo una réplica. Las alarmas comenzaron a sonar pasada la medianoche, yo estaba en el quinto sueño y mi esposo me despertó; con rapidez corrimos por las niñas y cada quien tomó a una en sus brazos; Romina, la más pequeña se despertó con el agetreo: "Qué está pasando, mami", me preguntó. Nos salimos porque va a temblar, no te preocupes, estamos los cuatro juntos que es lo importante, fue lo que le contesté y la abracé. Eso nos ayudó a las dos a estar más calmadas.
Es importante que les expliquemos a los niños lo que pasa; obvio no con conceptos científicos, pero sí decirles que a veces suceden estas cosas. Con lo que pasó en septiembre, era imposible que los niños no se dieran cuenta de la situación, las clases se suspendieron más de dos semanas. Pero tampoco era lo ideal exponer a los niños a las noticias trágicas de la tele. Yo les dije a las niñas que muchas personas se habían quedado sin casa y un día nos fuimos al centro de acopio a ayudar. También les pedí que pensaran en todos los niños que se habían quedado sin cosas y juntas fuimos a donar juguetes y ropa.
También me ayudó contarles cuentos del tema. Les comparto uno muy bueno y que está disponible libremente para descargarlo e imprimirlo. Es de unas autoras chilenas que lo escribieron a raíz de un gran terremoto que hubo también en Chile. Mentir a nuestros hijos no es lo más conveniente, aunque también debemos dosificar la información que les damos y adecuarla a sus edades. Espero que les sea de utilidad y recuerden estar siempre preparados para un evento de este tipo (más si viven en México, les recomiendo mucho tener a la mano una mochila con equipo de supervivencia y los documentos importantes de la familia).
Descarga el cueto en el siguiente link:
http://www.buentrato.cl/pdf/Cuando_la_Tierra_se_Movio.pdf