Una sonrisa en cada baño

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enero 30, 2018 3 Tiempo de lectura

Hola lectores de nuestro blog, los saludo nuevamente con mucha emoción por compartir aquí información que pueda resultar de utilidad. Esta ocasión me gustaría hablarles sobre un tema que hay que tener muy presente. ¿Qué tan óptima está la salud visual de tu bebé?


Quiero contarles una anécdota personal a manera de excusa para el tema del que les escribo esta semana: cuando tenía quince años empecé a padecer unos dolores de cabeza bastante feos. Al relacionarlos con otros hechos, en casa nos dimos cuenta que era porque no veía bien y estaba forzando la vista de más —a la larga descubrí que padezco migrañas por otras razones, pero en ese momento sin duda era la vista lo que me estaba haciendo sufrir—. Mi mamá sufre de una miopía muy aguda, así que lo lógico fue llevarme al oculista y efectivamente, necesitaba lentes. Al principio me dijeron que me los pusiera sólo para mis clases de la prepa, para ver bien el pizarrón y cuando me sentara frente a la computadora. Así lo hice, pero siempre he sido medio floja y la verdad muchas veces olvidaba los lentes en casa o no me los ponía porque me sentía fea con ellos.



Para cuando llegué a la universidad, ya necesitaba usar mis lentes con mayor frecuencia. Opté por ponérmelos tiempo completo y así sigo. La verdad es que ya no me reconozco sin mis lentes puestos y sin ellos no veo más que manchas borrosas y sin forma. También desarrollé astigmatismo: son dos problemas diferentes de la vista, la miopía se debe a un crecimiento excesivo del globo ocular, mientras que el astigmatismo es producto de una alteración en la curvatura de la córnea.

Lo cierto es que cada vez más personas en el mundo padecen miopía y necesitan lentes; las cifras, según estudios recientes, se han duplicado, incluso se especula que pronto un tercio de la población va a necesitar lentes. Las investigaciones realizadas en Singapur, China, Estados Unidos y Australia (por mencionar algunas universidades o instituciones), apuntan a que la miopía ha aumentado principalmente por dos factores: los niños y muchachos pasan más tiempo estudiando, frente a las computadoras y, sobre todo, menos al aire libre. Parece ser que la reducción de tiempo fuera y más que nada de exposición a la luz del sol es lo que ha llevado al aumento en los números de la miopía.


Por supuesto, la genética también es un factor decisivo y una de mis mayores preocupaciones es que mi esposo también padece miopía, entonces las perspectivas para que Gabriel use lentes son muy altas. Por lo pronto, estamos seguros de que su vista es buena porque nos señala cosas que nosotros, aún con lentes, no vemos.

  • Pero si tú también crees que tu hijo o hija puede necesitar lentes, algunas señales con las que puedes darte cuenta son:
  • Se cansa en la escuela y al leer.
  • Se marea.
  • Sus ojos se ponen rojos.
  • Se acerca mucho a sus cuadernos o libros para enfocar mejor.
  • Sus maestros o maestras también podrán indicarte que notan algún problema en su rendimiento escolar.

Si tienes alguna preocupación, lo mejor será llevarlo al oculista, créeme, usar lentes no es para nada negativo, hay algunos modelos padrísimos para niños, de colores y psicodélicos.

Es súper importante que le des seguridad, que si alguien lo hace sentir menos, se defienda. Honestamente si yo tuviera la oportunidad de operarme para dejar de usar lentes, no lo haría, son parte de mi personalidad y me encanta elegir diferentes cada cierto tiempo. Y al final de cuentas, cada vez más personas los usan y todos nos vemos súper bien.


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