Cada que comienzan la primavera y el calor me veo en una situación complicada: mi rinitis alérgica se alborota, estornudo cada cinco minutos y el flujo nasal no para. Conforme se agrava, también me causa lágrimas en los ojos y dolores de cabeza. Es una condición que padezco desde que era adolescente y que no tiene solución. ¿Ustedes tienen alguna alergia? ¿Cómo saber si nuestros hijos sufren también de alergias?
Las alergias son una falla del sistema inmunológico que defiende nuestro cuerpo. Digamos que el sistema inmunológico es una máquina funcional y bien aceitada, de repente aparecen algunas partículas desconocidas y en lugar de atacarlas correctamente, las defensas enloquecen: eso son las alergias. Esas partículas dañinas por lo general son cosas cotidianas: algún alimento, el polvo, el pelo de una mascota, el polen de las flores. Por eso no existen curas para las alergias, puedes tomar antihistamínicos, que controlan las deficiencias del sistema inmunológico, pero no vas a «sanar» de una alergia.
Cuando yo era niña tuve una crisis alérgica, en aquel entonces se me disparó con las fresas (¡mi fruta favorita!), pero no, no soy alérgica a las fresas ni a ningún alimento (hasta donde sé). Mi sistema de defensas ya estaba fallando terriblemente y al final, cualquier cosa me provocaba erupciones en la piel. Existen algunos tratamientos donde te inyectan diferentes tipos de alérgenos hasta detectar qué te produce alergia. En mi caso, mis padres optaron por otro tipo de tratamiento que reforzó mi sistema inmunológico. A la larga, descubrí que soy alérgica a un medicamento y a la lana; los evito y ya no me salen ronchas en la piel. Pero también tengo el problema de la nariz y ese lo he podido controlar, pero cada estación primaveral es lo mismo.
Las alergias son hereditarias y he notado que Gabriel, a sus cuatro años, comienza a tener más moquitos de lo normal. Cuando era bebé su pediatra, al enterarse de toda mi historia alérgica, prefirió que retrasáramos darle algunos alimentos que son famosos por producir alergias: el cacahuate, las fresas, el pescado y los mariscos, por mencionar algunos. Casi todos los niños los prueban al cumplir un año o un poco más; Gabriel lo hizo hasta pasado su segundo cumpleaños, lo bueno fue que no le produjeron ninguna reacción.
Según se ha comprobado, cada vez los niños padecen más alergias. Las más comunes son las de la comida y por eso lo mejor es que se no ingieran este tipo de alimentos hasta que tengan cierta edad y su sistema de defensas esté mejor equipado. Por supuesto, lo más recomendable para combatir las alergias es dar el pecho exclusivamente hasta que los bebés cumplan seis meses y prolongar la lactancia materna lo más posible.
También cada vez es más común la dermatitis, que es un tipo de alergia en la piel. Cuando un bebé muestra signos de dermatitis, lo más probable es que su médico le recete alguna crema especial, evitar ciertos productos de la piel y el sol. Entre las alergias de la comida, ha crecido el número de niños que son alérgicos a la proteína de la leche de vaca o al trigo (celiacos). En tales casos existen ya varias opciones para su alimentación (como leches de soya, de almendras o de coco, o productos elaborados a base de maíz y arroz) aunque eso no deja de implicar que demandarán dietas muy especializadas.
Como otros padecimientos crónicos, las alergias pueden sobrellevarse y no te restan en la calidad de vida. La medicina ha desarrollado antihistamínicos muy buenos que ayudan a que gran parte de los males desaparezcan. Si conocen a personas que padecen alergias, quizá esta información les pueda ser de utilidad, no duden en compartirla y en escribirnos sus comentarios sobre cómo han sido sus experiencias con estos malestares, ¿sus hijos tienen alergias? ¿qué han hecho para tratarlos?