marzo 15, 2018 3 Tiempo de lectura

Últimamente el hábito de no vacunar a los bebés ha ganado popularidad una vez más. Te queremos explicar por qué se piensa erróneamente que es bueno y hablar sobre la importancia de la vacunación en los niños.  

 El 13 de marzo que recién pasó se registraron, por primera vez en 22 años, tres casos de sarampión en la Ciudad de México. Es sumamente probable que empecemos a oír de esta enfermedad de nuevo. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, el sarampión “sigue siendo una de las principales causas de muerte en niños pequeños, a pesar de que existe una vacuna segura y eficaz”. Sólo en 2016, 89 780 personas fallecieron por causa del sarampión.

Se transmite por un virus, por contacto directo o a través del aire. Provoca malestares muy parecidos a los de la gripa común: fiebre, mocos y tos. Posteriormente, aparecen las características ronchitas en la piel. Desgraciadamente, en niños menores de cinco años puede tener consecuencias muy graves: ceguera, diarrea, infecciones de oído o hasta neumonía. Es súper importante que si detectas algún síntoma de cuidado, acudas al médico de inmediato con tu pequeño.

Desde finales de la década de 1970 existe la vacuna triple viral (SPR por las siglas de sarampión, paperas y rubeola). En México es una vacuna obligatoria proporcionada gratuitamente por el sistema de salud (el Seguro Social, la Secretaría de Salud y el ISSSTE). Se les aplica a los bebés cuando tienen un año de edad (hasta que cumplen dos) y posteriormente, un refuerzo a los seis años. Fueron esta vacuna así como todo el sistema de vacunación lo que ayudó a erradicar numerosas enfermedades. Desgraciadamente, desde principios del siglo XXI comenzó una nueva moda “antivacunas” que ya ha demostrado sus pésimas consecuencias.

¿Por qué se piensa que es malo vacunar a los niños?


En 1998 un médico británico poco responsable llamado Andrew Wakefield publicó en una revista científica un trabajo donde vinculaba la vacuna triple viral con casos de autismo. Después se supo que su investigación había sido alterada para manipular lo resultados, así como que él había recibido dinero de gente que se oponía los fabricantes de la vacuna. A él se le retiró la licencia como médico y aunque muchos otros investigadores y doctores se han dedicado a comprobar todo los beneficios de la vacunación la gente ha desoído y se han quedado con la información errónea. Yo conozco a algunas personas que con argumentos verdaderamente irracionales e injustificados (como el del autismo) han decidido no vacunar a sus hijos. No sólo exponen a sus niños, sino a los de todos, pues si alguno de ellos contrae una enfermedad (contra la que muchos están vacunados), ésta se vuelve transmisible, pues la vacuna no es garantía de que no te dará esa enfermedad, es sólo una medida preventiva.


Si tienes algún bebé recién nacido o pequeño, revisa su cartilla de vacunación, ya sea con tu pediatra particular o en tu centro de salud más cercano. En cualquier caso, le aplicarán las vacunas que le hagan falta. Para mí fue sumamente importante que en la escuela de mis hijos me pidieran una copia de su cartilla, la cual hay que ir actualizando cada año; así sé que todos sus compañeros pasan por el mismo trámite y deben cumplir con esa obligación. Si conoces a gente que tiene dudas o poca información, no dudes en compartirle todo lo que sepas, para que no dejen de vacunar a sus hijos. Todos los niños crecen juntos, no vivimos aislados y las decisiones de unos son consecuencia para los otros. Si te parece que esta información es interesante, ¡compártela! Nos leemos pronto.


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