enero 02, 2018 3 Tiempo de lectura

¡Queridos lectores de Tubbies! Muy feliz año nuevo, los saluda con un enorme cariño Dana. Antes de platicar sobre cualquier cosa, aprovecho para desearles mucho éxito y prosperidad en el año que inicia. Ojalá todos sus deseos se hagan realidad. Les cuento que mi hijo Gabriel de casi cuatro años llegó a la medianoche del 31 de diciembre y su único deseo fue tener una casa grande para que podamos tener un perrito, ¡es tan ocurrente y divertido!




Como ya sabrán, me encantan los temas polémicos y estuve pensando mucho sobre qué escribir mi primer blog del año y no se me ocurrió nada más porque acabo de leer un libro que me fascinó y recomiendo ampliamente, es de una escritora nigeriana llamada Chimamanda Ngozi Adichie y se titula: Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo.

Desde hace un par de años el tema del feminismo me ha resultado sumamente interesante y creo que todos debemos acercarnos a él, porque aunque las mujeres han ganado muchos espacios, siguen sufriendo enormes injusticias (no todas las niñas tienen acceso a la educación, a muchas mujeres aún las despiden por embarazarse y en la mayoría de las casas mexicanas el reparto de tareas domésticas es sumamente desigual, por citar algunos ejemplos). No quiero entrar en discusiones, simplemente diré que para mí es de suma importancia y creo que debemos educar a nuestros hijos e hijas reforzando la igualdad.

 

En el caso de las niñas, es fundamental que desde pequeñas les expliquemos que nada les está negado, que tienen espacio en todos los sitios y pueden ejercer cualquier profesión. A los niños jamás debemos limitarlos por actitudes que sean «femeninas», por ejemplo, decirles que no pueden llorar. Algo que es fundamental y lo que quisiera que fuera mi recomendación y el tema principal de este texto, es que no debemos enseñarles roles de género, así los vamos cercando desde pequeños. Decirles que el rosa es de niñas y el azul es de niñas es una gran equivocación, porque los colores no tienen sexo (piensen en cualquier hombre con camisas rosas o en una mujer con un vestido azul y no nos parece malo, pero cuándo se ha visto un mameluco rosa para un bebé niño). Igual los juguetes. Gabriel le va a pedir a los Reyes Magos una cocinita, lo cual en un principio sorprendió a una de sus abuelas. Pero mi hermano es cocinero y mi papá es también muy hábil preparando platillos y siempre lo hace, él ha visto a los hombres de su familia cocinar y no tiene ningún estigma contra ello. No debemos creárselos.

A veces es inevitable que se crucen con estas ideas, por ejemplo, en la escuela. Algunas compañeritas del kínder le dijeron a Gabriel que no le puede gustar Frozen o que no puede jugar a las muñecas porque es niño. Mi hijo me preguntó si eso era cierto y le dije que claro que no, que a él le puede gustar todo, al igual que a las niñas. Lo importante para mí es que en casa fomentemos esa libertad y que él vea que no hacemos esas distinciones. Claro que es difícil, a veces ni nos damos cuenta que son cosas que tenemos metidas hasta el tuétano o que nos cuesta mucho trabajo superarlas; pero debemos hacer el esfuerzo.


Mi esposo defiende a capa y espada la caballerosidad; hace poco le comenté que prefería que lavara los platos más seguido en casa que cederme el paso en la calle. Leyó también el libro de Chimamanda y se sorprendió al toparse con un apartado sobre la caballerosidad donde explicaba que ésta da por hecho la debilidad de la mujer. Ese mismo día se puso a lavar platos. Me hizo muy feliz porque aparte no hay mejor enseñanza para los hijos que el ejemplo, y ver y saber que en casa respetamos a las personas por igual, sin importar el sexo, es lo que más nos interesa inculcar en Gabriel.

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