Una sonrisa en cada baño

0

Tu carrito está vacío

octubre 19, 2017 3 Tiempo de lectura

En verdad estoy muy emocionada porque Tubbies nos dé este espacio para poder expresarnos, platicar y crear vínculos. Agradezco la invitación que me hicieron a formar parte de esta nueva plataforma para poder expresar algunas ideas. La vida como mamá es súper agotadora, seas mamá de tiempo completo o de las que también tienen actividades laborales, acabas agotada; además, tu cabeza está llena siempre de preocupaciones, a veces casi te lleva a la locura. Hay algunos temas que son complicados, están llenos de tabús y creo que en este foro tenemos la oportunidad de poder dialogarlos, de mamá a mamá, y por qué no, involucrar también a los padres.

Antes quiero presentarme, soy Alexandra y tengo una hija de cuatro años que se llama Estefanía. Por las mañanas trabajo como periodista independiente, mientras mi hija está en el kínder. Quisiera abordar uno de esos temas difíciles, de los cuales hasta nos da pena hablar. Muchas mamás no somos felices con nuestro cuerpo después de dar a luz, y es completamente normal. Cada cuerpo es diferente y eso es algo que debemos aprender y tatuarnos hasta el cansancio. Desde que somos jóvenes nos bombardean con estereotipos de cómo debemos lucir. En mi caso, cuando fui joven vivía abrumada porque nunca logré ser delgada, siempre usé una talla de pantalón grande y nunca fui feliz con mi cuerpo.



Cuando finalmente estuve en mi peso ideal no me duró mucho el gusto porque me embaracé al poco tiempo. Mi doctora enfatizó mucho en que no subiera de peso como loca y traté de cuidarme hasta donde me fue posible, la verdad es que algunas noches durante el embarazo tuve un hambre incontenible y me tuve que ir a sentar junto al refrigerador a comer hasta sentirme llena y contenta. Con enormes esfuerzos subí solamente 12 kilos en mi embarazo. 12 kilos suena a poco, pero fue lo que pesó mi hija cuando tuvo tres años. A mí me tomó un tiempo similar perder ese peso. Me costó muchísimo: en primera me fue muy útil la lactancia materna, no sólo fue buena para mi hija, a mí me ayudó a empezar a reponerme. Luego tuve que volver a ser estricta con mis dietas, buscar tiempo para hacer algo de ejercicio (me despertaba súper temprano o me iba a correr por las noches), a veces me costaba muchísimo trabajo, quería más que nada comer dulces, chocolates, panes y todas esas cosas que te dicen que te hacen subir de peso.


La verdad es que volví a tener un peso decente, pero no me sentía feliz. Me agobiaba tener una pequeña panza «aguada», una enorme cicatriz de cesárea que atravesaba mi vientre, una estría enorme que cruza por mi ombligo. No quería volver a usar un bikini, me escondía bajo suéteres grandes o pantalones que me quedaban mal porque no eran de mi talla. Entonces me di cuenta que esas cicatrices eran marcas de lo poderoso que es mi cuerpo. Este cuerpo creó otra vida en su interior, le dio forma a mi hija, inventó su corazón, su cerebro, sus brazos, sus piernas, sus ojos. Ella fue y es parte de mí. Tengo un súper poder que sólo las mujeres tenemos: creo vida. Y mi cuerpo es prueba de ello.


Por eso quiero compartir esto con otras mamás que a lo mejor no pudieron volver a su peso después de un embarazo, o aquellas mujeres que no son mamás y que solamente se sienten insatisfechas con su cuerpo: ámenlo, es maravilloso. Si quieren bajar de peso, háganlo, si quieren pintarse el pelo de algún color, háganlo, si quieren vestirse de alguna manera, háganlo. Nada se los impide más que ustedes mismas. No dejen que la opinión de alguien más les importe. Y también a todas las que somos mamás: enseñémosle esto a nuestras hijas. Yo se lo repito constantemente: eres preciosa, tú puedes hacer lo que quieras, te ves linda con lo que te pongas. También le enseño que todas sus amigas son lindas, sin importar de qué color tengan el cabello o los ojos, si son más altas o chaparritas, o flacas o gorditas. Todas somos hermosas, sólo tenemos que descubrirlo.

Regresa a la página principal de Tubbies, aquí

Subscribe