enero 18, 2018 3 Tiempo de lectura

Hoy quiero contarles sobre Duque, nuestro perro. Desde antes de que André y Sofi nacieran, él ya era parte de nuestra familia, fue de cierta manera nuestro primer "hijo". Llegó a la casa siendo un cachorrito, pero no paró de crecer: es un labrador negro que con una mirada puede derretirte, cuando lo regañas, por ejemplo.


Algunos de ustedes sabrán lo traviesos que son los perros de esta raza al momento de ser cachorros, Duque no fue la excepción y destruyó parte de nuestra sala y la totalidad del jardín, eso porque ya no recuerdo otras cosas, pero seguro hubo más.


Cuando me embaracé de André tuvimos un poco de miedo, sobre todo porque Duque no sabía controlarse y en un par de ocasiones se aventó de lleno contra mi panza, él siempre con ganas de jugar. El bebé llegó a casa y por un tiempo el labrador tuvo que dormir afuera y pasar la mayor parte del día alejado de nosotros. A mí me rompía el corazón, sobre todo porque veía al pobre perro tristísimo, paseándose desolado por el jardín. Entonces investigué que el ambiente con una mascota, siempre y cuando sea controlado, puede ser muy positivo para los bebés. André tendría como unos cinco meses la primera vez que Duque le soltó un lengüetazo directo a la cara y recuerdo su carita de asombro y miedo mezclados. De ahí en adelante han sido inseparables. Duque aprendió pronto a controlar sus impulsoscerca del pequeño, jamás se le lanzó o fue rudo con él, todo lo contrario.

Ahora pasan muchísimo tiempo juntos, muchas veces mi hijo prefiere jugar con el perro que con su hermanita, y sólo escucho gritos y carcajadas cada vez que sale a echarle la pelota, pueden pasarse tarde enteras, André le cuenta miles de cosas y el perro hasta parece que le presta atención.


Entre las cosas maravillosas que he escuchado, es que el contacto con el pelo y la saliva de los perros ayuda a que los niños generen defensas y que los pequeños que crecen con animales son menos propensos a las alergias, por eso yo dejo que tengan contacto constantemente, aunque por supuesto mi hija bebé de dos años no anda chupando los juguetes del perro. Lo que me encanta es el vínculo que generan, a veces cuando hemos salido de viaje y pasamos la noche fuera de casa, mi hijo mayor se queda preocupado por cómo va a estar Duque y se siente mal de que se quede solito. Además, les va creando el sentido de responsabilidad: ellos me ayudan a vigilar que los platos de agua y de comida del perro estén siempre llenos, me acompañan cuando lo llevamos a bañar (mi hijo va todo el camino tratando de calmar a Duque, porque odia ir a la estética canina), salimos juntos a pasearlo y a hacer ejercicio.

No sé si con los gatos suceda lo mismo, especialmente porque ellos no son tan afectivos como los perros, aunque tengo amigos que me han comentado que sus gatos sí generan una relación especial con sus hijos. Así que si ya tienes una mascota y estás esperando un bebé, no lo dudes, podrán convivir juntos. Si estás pensando en adquirir una, también hazlo, siempre consciente de que los animales de compañía requieren cuidados específicos y atención no sólo por parte de los niños.

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