Una sonrisa en cada baño

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enero 11, 2018 3 Tiempo de lectura

El otro día una mamá del kínder de mi hija me compartió que la estaba pasando muy mal con la dentición de su segunda hija, sobre todo porque con la primera no tuvo ningún problema.

Se me ocurrió entonces que este era un buen tema para escribir aquí porque como sucede con muchas cosas en el desarrollo de los niños, cada uno es diferente y hay que adaptarnos.

 


¿Cuántas veces nos ponemos a pensar en lo valiosos que son nuestros dientes? Yo creo que hasta que nos duelen o nos sale alguna muela en la edad adulta (como aquellas llamadas «del juicio») no lo tenemos en mente. Y es que si como adulto es tan incómodo el dolor de muelas o dientes, imagínense lo que significa para un bebé de seis meses que no sabe cómo expresar ese dolor. Lo normal es que el primer diente del bebé salga después de los tres meses y puede ser que llegue hasta su primer cumpleaños sin ninguno y todavía no es motivo de alarma (si después de este tiempo tu bebé no tiene ningún diente, es recomendable que lo consultes con su pediatra). La verdad es que los dientes están dentro de las encías desde el vientre de mamá y salen una vez nacido el bebé, aunque se llegan a dar casos extraordinarios de bebés que nacen con dientes.


Muchas veces salen por pares, siempre primero los dos centrales de abajo; luego los de arriba, y luego los que rodean a éstos. Las primeras muelas le brotarán entre el primer año y el año y medio, y no será casi hasta que cumpla tres años que tenga todos sus dientes, los cuales le durarán más o menos tres años antes de que empiecen a caerse.

Es muy importante cuidar bien los dientes de los niños, pues aunque sólo son «de leche» el hábito de lavarlos tres veces al día y mantenerlos limpios y sanos es de suma importancia. Para los más bebés es suficiente cepillarlos con un poco de agua y un cepillo especial, incluso algunas marcas de productos para bebés tienen cepillos de plástico para que muerdan constantemente y les ayude a aliviar la incomodidad. Para los niños un poco más grandes existen cepillos adecuados a su tamaño y pastas de dientes con sabor para hacer de la experiencia un momento divertido. Por supuesto, para que el ratón de los dientes se lleve uno y deje a cambio alguna sorpresa, el diente debe estar blanco y saludable.


Si tu bebé la está pasando mal debido a la dentición, es decir, tiene dolor, ardor, comezón, lo mejor son las mordederas diseñadas para ello, algunas se deben meter un ratito al congelador antes para que la sensación de consuelo sea mayor. Algunos bebés más grandes prefieren algo de comida, como una galleta. Existen también unos collares o pulseras de ámbar que les ayudan a sobrellevar el mal rato, en mi caso no me resultaron necesarios pues mi hija no sufrió mucho, pero varias amigas me han comentado que a sus hijos les funcionó. Los puedes comprar por internet o en bazares de mamás (tipo los que organiza Momzilla) y no son nada caros.

Según he leído, no se recomienda darles ningún medicamento a los bebés (no sólo bajo esta circunstancia, sino cualquiera) que no haya sido recetado por su doctor. Sobre todo, no caigamos en consejos caseros que muchas veces desde que los oímos suenan ilógicos, como frotarles la encía con brandy, tequila o cualquier otra bebida alcohólica. Si de plano ninguno de los consejos anteriores da resultado, lo mejor es acudir con un experto. Yo ahora estoy muy ilusionada con que empiecen a caerse los dientes de mi hija, muero por verla chimuela.

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